Estos días estoy asistiendo al Botany 2013 (el congreso de la Sociedad Americana de Botánica) que está teniendo lugar en Nueva Orleans. Dejando a un lado el interés de la ciudad en sí (que quizá comente en otro momento, o quizá no, que se me acumulan los posts de viajes cosa mala), tengo que destacar un par de salidas de campo que he hecho con algunas subsociedades de la BSA (la de helechos y la liquenológica-briológica) que me han permitido conocer la naturaleza de algunos puntos del delta del Misisipi. Alucinante, de verdad, me ha encantado; de esos lugares especiales que gusta conocer.
Como apenas tengo tiempo, voy a ver si sale una entrada así un poco improvisada y del tirón, aún que me dura el entusiasmo, y no se pierden las fotos en el limbo del flickr.
Como sabemos todos, el río Misisipi es uno de los más grandes del mundo, absolutamente superlativo tanto por su caudal como por la extensión de su cuenca hidrográfica. Desemboca en el golfo de México dejando una llanura aluvial totalmente monstruosa, con una extensión de más de 28.000 km2 (más grande, por ejemplo, que toda la Comunidad Valenciana). Este pseudópodo de sedimentos que penetra en el mar es el resultado de milenios de depósitos, cambios de corriente, erosión y re-sedimentación de los distintos deltas, estuarios, islas y demás que el sistema fluvial ha ido generando en el pasado. Normalmente cuando se habla del delta del Misisipi nos referimos sólo al extremo final de su cauce más importante hoy en día, pero eso es sólo una parte de toda esta inmensa planicie sedimentaria.
El Misisipi a su paso por Nueva Orleans
Ya solo ver el río en sí impresiona cosa mala: es el río más grande que he visto hasta la fecha (vale que estuve en el Nilo, pero sólo en su nacimiento). Considerar la inmensidad de estos pantanos y bosques y la impenetrabilidad que ostentan incluso hoy en muchas zonas me hace pensar en la determinación de los colonos que pensaron que este lugar insalubre e inhóspito, con un calor exagerado la mayor parte del año, una humedad saturada y huracanes en abundancia, era un buen sitio para fundar una ciudad. Por supuesto, el valor estratégico de Nueva Orleans bien merecía el esfuerzo (que se lo digan a los confederados), pero sigue impresionando imaginarse la impresión que debió provocarles a los primeros europeos.
Imagen de satélite de toda el sistema de deltas y llanuras aluviales del Misisipi en su desembocadura
Los distintos hábitats de la llanura se distribuyen en función de su altitud (pese a que el margen no es muy amplio). Así, en las zonas relativamente a mayor altitud se da un tipo de bosque húmedo, pero no siempre inundado (en este ambiente fue donde se construyó el casco histórico de Nueva Orleans, no así sus suburbios que fueron más duramente castigados por el Katrina). Las áreas más bajas suelen estar dominadas por bosque inundado de ciprés de los pantanos, y finalmente hay una orla marismeña (similar a los Everglades de Florida en las zonas que dan al mar.
Obviamente, las distintas zonas se entremezclan mucho y es fácil encontrar muchas especies de plantas comunes. Aquí voy a ponerlo todo un poco mezclado, pero espero que los seguidores botánicos disfruten del breve pase fotográfico. Al final pongo algunos bichos también
Zona pantanosa en Avery Island (que por otra parte es una “elevación” relativamente bien drenada). La superficie del agua está totalmente cubierta por el helecho acuático Salvinia minima
Zona de transición, ya con algunos cipreses y con la palmera Sabal minor
El inconfundible bosque inundado de ciprés de los pantanos (Taxodium distichum), con sus característicos troncos de base ensanchada y sus pneumatóforos que permiten respirar a la parte sumergida
Hojas y cono de Taxodium distichum
Algunos árboles al azar de estos bosques: Liquidambar styraciflua, el alcanforero (Cinnamomum comphora), el roble acuático (Quercus nigra) y Cornus drummondii
Arbustillos y cosas más pequeñas: Callicarpa americana, Poncirus trifoliata, Cephalanthus occidentalis y Ambrosia trifida
a
Dos helechos chulos: Lygodium japonicum (un helecho trepador) y Pleopeltis polypodioides (o helecho de la resurrección, por su capacidad reviviscente tras secarse)
Alguna curiosidad a mencionar fueron los helechos acuáticos. Algunos de ellos los conocía muy bien por haberlos tenido en el acuario, ha sido interesante verlos en su medio natural
Helechos acuáticos: Salvinia minima y Azolla caroliniensis
Y uno de los platos fuertes fue el Ceratopteris pterioides, un helecho flotante tropical que tiene en el delta del Misisipi sus poblaciones más norteñas. Muy impresionante
¿Alguna vez os habéis preguntado qué es esa cosa gris que cuelga en los árboles en las películas ambientadas en el sur de EEUU? Pues se trata de lo que aquí llaman “Spanish moss”, que ni es español ni es un musgo, sino una bromeliácea epífita muy modificada: Tillandsia usneoides
Tillandsia usneoides, el “mujgo español”
Y venga, algunos bichillos para desengrasar:
Mundo invertebrado: una “banana spider” (Nephila sp.) y una puesta de caracol manzana (también viejos conocidos de los acuaristas) y alguna libélula.
Un aligator (Alligator mississippiensis) escondiéndose entre las salvinias
Y un detalle para acabar. En mi primera visita a Doñana, flipé con las pajareras (los alcornoques cubiertos de nidos de garzas y espátulas). En su día el guía del parque nos contaba que era un comportamiento raro, que normalmente las ardeidas nidificaban entre la vegetación de la marisma y que lo de las pajareras era una de las señales de identidad de Doñana. Lo de viajar te quita provincianismos de todo tipo, puesto que en Avery Island tuve la oportunidad de ver también una pajarera (no tan impresionante como las onubenses, pero aún así digna de mención).
Pajareras misisipenses
Y eso es todo. Muy descafeinado, poco tiempo para contar detalles y curiosidades de estas especies, pero aún así, mejor publicar que dejar que se pierda en el olvido.
Archivado en: Ciencia y naturaleza
