Quizá porque me cuesta conciliar el sueño (sin duda debido a mis ponzoñosos pensamientos), valoro mucho lo que es un descanso reparador y un buen despertar. En su día ya os conté el idilio amoroso que tenía con mi despertador (idilio interrumpido como tantas otras cosas con mi traslado al yanqui). El despertador de marras tenía dos características molonas: que combinaba una lámpara de mesilla que se enciende gradualmente conforme se acerca el despertar y que en lugar de un horrendo pitido incluía una colección de sonidos campestres que eran los encargados de despertarte, también de forma gradual. La verdad es que aunque el madrugón no te lo quita nadie, es mucho más agradable despertarse poco a poco a lo largo de diez minutos, casi sin darte cuenta.
Otro problema persistía. A veces, independientemente de que duermas muchas horas, te despiertas hecho un trapo, y otras en las que duermes menos, te sientes más animado a salir de la piltra. La sabiduría popular, no sé si suficientemente contrastada, nos dice que esto tiene que ver con despertarse en mitad de una fase REM (si la interrumpes te quedas ya tocado para todo el día) o en una fase de sueño ligero; fases que se van alternando a lo largo de la noche. Lo difícil, claro está, es cómo controlar la duración y alternancia de dichas fases, ¡y hacérselo saber a tu despertador!
Sin embargo, nuestra capacidad de complicarnos la vida es insuperable y mirad lo que he encontrado por ahí:
La idea está clara: pones el listófono en el colchón, y su acelerómetro monitoriza cuánto te mueves. El teléfono interpreta los periodos de poco movimiento con una fase REM (sueño profundo), en las que el cerebro está activo y se producen la mayoría de los sueños, pero el cuerpo generalmente se mantiene atónico. Las fases de sueño profundo se alternan con otras de sueño ligero en las que se producen más movimientos. El teléfono conoce la hora límite a la que debes despertarte y un intervalo previo de tiempo que tú eliges (por ejemplo, 30 minutos) en los que, si detecta una fase de sueño ligero, puede despertarte. Como no podía ser menos, el tono del despertador también incluye una surtida colección de sonidos que puedes programar con volumen creciente para un comienzo del día menos brusco. Una cucada.
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El gráfico superior es de un día que dormí bastante bien. La aplicación estimó un 56% de sueño profundo y me despertó en una fase de sueño ligero. El gráfico inferior es de una nochecita toledana que la pasé tosiendo. Sólo un 30% de sueño profundo.
El fundamento parece sencillo y tiene sentido, aunque sospecho que sólo es capaz de estimar de forma aproximada las fases del sueño y su duración. Llevo probando la aplicacioncita sólo unos días y la verdad es que me ha enganchado, porque combina mi interés obsesivo por el sueño con el placer científico de conseguir series de datos acumulativas y un registro completo de tu actividad nocturna. Me fascina ver por la mañana cómo se han alternado durante la noche fases de mucho y de poco movimiento, algo totalmente cotidiano pero de lo no nos damos cuenta.
Hasta tal punto he picado, que hasta he pagado por la versión desbloqueada (con acceso a mogollón de estadísticas molonas).
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Y mirando esto te puede dar la hora de dormir
Otras cosas opcionales que hace el invento:
- Despertador inverso: te avisa de cuándo debes irte a dormir para dormir las horas que deseas (un poco inútil pero nunca está de más).
- Estadísticas de cosas muy molonas, como déficit de sueño acumulado, promedios del momento de la noche en que te quedas dormido, horas óptimas en las que irse a dormir…
- Nana: reproduce “ruidos blancos” o sonidos campestres o meteorológicos para ayudarte a conciliar el sueño. El volumen baja progresivamente a lo largo de un intervalo de tiempo dado hasta quedar en silencio. Esto me está encantando y es especialmente útil cuando la madera del suelo cruje estrepitosamente con los cambios de temperatura como pasa en mi actual apartamento. Nada como ponerse cantos de ballena para quedarse frito.
- Grabación de sonidos: puedes pedirle al teléfono que te grabe durante la noche (ronquidos, hablar en sueños,… psicofonías), si te atreves, claro. Se acabó el “yo no ronco”.
- Despertador captcha: ¿No os pasa que a veces automatizais el gesto de apagar el despertador? Si esto supone un problema, ponéos un captcha, que puede ir desde un juego visual hasta resolver una operación matemática de dificultad variable. Está bien pensando, pero es una guarrada.
- Inducción de sueños: puedes programar la aplicación para que reproduzca sonidos durante las fases REM. supuestamente esto estimula la capacidad de tener sueños lúcidos y fáciles de recordar. Lo probé una noche y sí que es cierto que recordé uno de los sueños que tuve (la verdad es que casi nunca los recuerdo), pero no sé si fue por esta función (que me pasó desapercibida) o por algún tipo de efecto placebo.
Me jode hacer publicidad directa, pero en el vídeo de Youtube pone cómo se llama la aplicación por si os interesa. Me consta que hay equivalentes para teléfonos de Apple. Por supuesto la aplicación tiene un “pero” importante cuando no se duerme solo, y es que parece difícil que distinga las fases del sueño de cada una de las personas que comparten cama. Cuando se me reconcilie la vida laboral y la familiar (en las próximas semanas) ya veré si se me ocurre alguna idea (calibrar el sensor al mínimo y enganchártelo en el tobillo con el brazalete de salir a correr o algo así), pero de momento aquí sigo yo de lo más entretenido. Eso sí, ya han conseguido que me lleve el móvil hasta a la cama.
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