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Observando águilas calvas en el Misisipi

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untitledQue digo yo que ya va tocando empezar a comentar cosillas de mi nuevo destino, ¿no? Con el comienzo de las clases y el esperable lío de empezar en un sitio nuevo, no tuve mucho tiempo de explorar la zona en condiciones, pero aquí ando ya deseando que la nueva temporada me permita ponerme al día en mi nuevo hábitat. Para ir rompiendo el hielo os traigo el resultado de una agradable excursión de ayer mismo por las orillas del Misisipi avistando la que sin lugar a dudas es el ave más emblemática de Estados Unidos: el águila calva (Haliaeetus leucocephalus).

El águila calva, si nos ponemos quisquillosos, en realidad no es un águila sino un pigargo. Si hay algún ornitólogo de guardia que nos aclare esto qué quiere decir exactamente, porque después de un rato revisando la taxonomía de las rapaces diurnas no me ha quedado claro si hay una definición estricta de lo que es un águila, pero la cuestión es que al pariente euroasiático de este bicho lo llamamos pigargo y nos quedamos tan anchos. Ambos, junto con otras seis especies más distribuidas por África, Asia y Oceanía, conforman el género Haliaeetus.

Un dato interesabte es que la zona en la que estoy ahora es una de las mejores para observar águilas calvas. Atentos a la distribución que da la Audubon Society.

mapaPese a ser el ave insignia de EE.UU., las águilas calvas crían sobre todo en Canadá durante el verano del hemisferio norte (color rosa). El invierno es la estación más favorable para ver a estas aves en EE.UU., ya que se las puede observar de invernada de forma esporádica en todo el país, e incluso en el norte de México. Sin embargo, existen unas pocas zonas donde las águilas calvas son residentes todo el año y donde se las puede ver con frecuencia, y una de estas zonas es el valle del Misisipi (línea morada del centro del mapa).

Si ya tenemos la suerte de poder verlas todo en año, en invierno las oportunidades aumentan de forma espectacular debido a dos circunstancias: la primera es que las poblaciones locales se ven reforzadas con las águilas canadienses que vienen a pasar el invierno aquí.

Esta tiene cara de canadiense fijo

La segunda se debe a los hábitos alimenticios de este bicho. Pese a los aires de nobleza que suele darse, los pigargos cabeciblancos son carroñeros y pescadores. Esto explica por qué el río, donde la comida está asegurada todo el año, es un imán para estas rapaces. Además, en invierno generalmente la comida escasea. Cuando la nieve cubre los bosques y los campos, la carroña resulta inaccesible para las águilas y los peces pasan a ser la única fuente de alimento. Si el río se hiela (como ocurre a menudo), estas aves se acumulan en las escasas zonas donde las fuertes corrientes impiden la formación de hielo. Gracias a la acción del hombre, esto ocurre en las exclusas y presas del Misisipi. Un sistema creado para facilitar el transporte fluvial que todavía se usa (y del que ya os hablaré otro día, porque es interesante). Uno de los sistemas de exclusas y presas está justo en las Quad Cities, y por ello es uno de los centros neurálgicos de la observación de águilas calvas en invierno. Ornitólogos y fotógrafos vienen cada año para llevarse a casa las mejores instantáneas. Las jornadas de observación de águilas han cumplido 30 años en 2017.

Dos águilas posadas sobre el Misisipi helado

A pesar de que el invierno ha sido anormalmente benigno y cálido, las águilas calvas siguen por aquí. Aprovechando la primaveral mañana de domingo estuvimos en Credit Island (una isla del Misisipi que hoy en día es un parque periurbano pero que tiene una historia muy chunga) y las vimos, literalmente, por docenas. No me esparaba una acumulación tan grande la verdad, ha sido todo un espectáculo.

Este es el brazo del Misisipi que separa Credit Island (derecha) de la margen de Iowa (izquierda). Aún está helado y las águilas, por algún motivo, preferían quedarse en esta zona

Las fotos no son gran cosa (no he tenido mucha suerte intentando pillarlas cuando pescaban algo, y siempre había ramas delante de las que he tenido más accesibles), pero ha sido impresionante verlas tan cerca. La isla estaba llena de fotógrafos y curiosos viendo a las águilas pescar, y ellas parecían estar tan acostumbradas a la presencia humana como las gaviotas y las palomas.  Es curioso pensar que hoy en día, aunque aún se la considere una especie vulnerable, disfruta de una espectacular recuperación en todas sus poblaciones después de que se prohibiera el uso del DDT. La bioacumulación de este pesticida amenazó de extinción durante gran parte del siglo XX a esta espectacular especie. Siempre alegra leer historias de este tipo con final feliz.


Archivado en: Ciencia y naturaleza

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