Imperdonable la demora que ha ido arrastrando esta serie, y especialmente su último capítulo, pero a todo le acaba llegando su hora. Dejamos pendiente en la entrega anterior hablar de los ecosistemas más húmedos de la isla: las pluvisilvas montanas del este de la isla. De nuevo tengo que recordar que esta serie la estoy haciendo sin mis cuadernos de campo y mis notas, así que irá un poco flojilla en cuanto a contenidos.
Cuba no se encuentra en una latitud típica para la presencia de pluvisilvas, y la mayoría de sus bosques son más bien tropicales con una estación húmeda y una seca. Sin embargo, en algunas zonas montañosas, la lluvia orográfica favorece una precipitación más constante a lo largo del año, y un desarrollo de bosques que sí se corresponden de forma aproximada (aunque con desarrollos mucho más modestos) con los bosques lluviosos ecuatoriales, y son a ellas a las que nos referimos como pluvisilvas montanas.
Como se vio en entregas anteriores, Cuba es más bien una isla bastante llana, en la que destacan sólo algunas formaciones montañosas de cierta importancia: la sierra del Escambray, en el centro de la isla, por supuesto, Sierra Maestra, al este, y más al este aún, las sierras de las Cuchillas del Toa. En el Escambray se encuentra el Parque Nacional de Topes de Collantes, que visité fugazmente.
En cuanto a Sierra Maestra, no hubo tiempo para visitarla, pero donde sí pude disfrutar de unos cuantos días fue en la ciudad de Baracoa y las montañas de su entorno, concretamente en el Parque Nacional Alejandro de Humboldt, una de las joyas del patrimonio natural cubano.
Bahía de Baracoa, con su famoso Yunque al fondo
El acceso al parque desde Baracoa es relativamente fácil si se dispone de coche, y de nuevo tengo que recomendar las visitas guiadas por los profesionales del parque, en general muy bien formados y buenos conocedores de la flora y de la fauna y que satisfacen al naturalista exigente (un lujo que no es nada habitual en otros países). En mi caso, además, la visita a este parque supuso mi primera incursión en este tipo de ecosistemas, por lo que lo recuerdo como una experiencia memorable. En concreto recorrí el llamado sendero del “Balcón de Iberia” (ni idea de por qué recibe este nombre), que permite llevarse una buena idea de la pluvisilva.
De las partes mejor conservadas del bosque recuerdo el detalle de los famosos suelos lateríticos que, según leemos en los libros,caracterizan a las pluvisilvas: la paradoja de que en los ecosistemas más frondosos del mundo, los suelos son pobres y poco profundos, y (añado), peligrosamente resbaladizos.
En las zonas de acceso al sendero viven algunas familias cultivando unos pequeños terrenos, por lo que se pueden ver algunas de las plantas de interés económico más deliciosas de los trópicos. Destaco por encima de todas el cacao (Theobroma cacao), mostrando tanto flores como frutos creciendo directamente sobre tallos viejos y sobre el propio tronco de la planta (caulifloría), una característica propia de muchas plantas tropicales. En la zona de Baracoa, de hecho, se pueden adquirir bolas de cacao en bruto, uno de los mejores recuerdos que uno puede llevarse de la zona.
Flores y frutos del cacao
Al igual que en otras partes de la isla se encuentran árboles del mango (Mangifera indica) y del guayabo (Psidium guajava) cultivadas y naturalizadas. Un producto también típico de la zona era una pasta dulce hecha con coco y colocada en cucuruchos de hojas de palma que se venden en las calles.
Hojas del guayabo y dulce de coco de Baracoa
En los jardines de esta zona tienen con frecuencia una planta bien conocida en Cuba, la llamada flor mariposa (Hedychium coronarium), que se considera la “flor nacional”. Esto es curioso puesto que se trata de una zingiberácea originaria de Asia, y por lo tanto, exótica en la flora cubana, pero como Erick nos aclaraba en un comentario de la entrada anterior, este honor se lo ganó porque durante la guerra de la independencia se escondían mensajes en los tallos.
La flor mariposa, todo un símbolo de Cuba, prestado de Asia
El sendero propiamente dicho, ya entrando en la pluvisilva propiamente dicha, da muchas satisfacciones botánicas y zoológicas. Hay palmeras, ficus, filodendros enormes, de algunas conseguí el nombre gracias al guía, pero ya sabéis, no tengo el cuaderno por aquí.
Un filodendro enorme y un helecho del género Lycopodiella, que no tiene nada de particular en los trópicos pero que me hizo mucha ilusión ver
Por destacar alguna planta interesante de la zona podemos quedarnos con el cupey (Clusia rosea), que además de ser endémica de las islas del Caribe y Bahamas también tiene una historia relacionada con la revolución cubana. Sus hojas, gruesas y endurecidas, pueden usarse para escribir mensajes indelebles con un palito. Según nuestro guía, se usaron durante la revolución como una forma de escribir notas sin papel.
Cupey. Hoja y frutos
En la excursión también pude ver algunos insectos llamativos que se pusieron a tiro fotográfico.
En lo que respecta a las aves, el PN Alejandro de Humboldt es excelente para ver algunas de las especies más típicas de la isla, de las que ya hablamos en la segunda entrada, como el tocororo, los zunzunes o los cartacubas. Aquí además fueron especialmente fáciles de observar muchos reptiles.
Una bayoya (Leiocephalus macropus), una simpática lagartija endémica de Cuba. Un bonito chipojo (Anolis sp.) de color negro (este no pude fotografiarlo enseñando el pliegue gular) y, abajo, otro reptil de cuya identidad no me acuerdo
Sin embargo, los animales que más me gustaron del parque fueron las famosas polimitas (Polymita spp.), unos bellísimos caracoles terrestres, endémicos de Cuba, y especialmente diversificados en la región de Baracoa, uno de los tesoros únicos de las pluvisilvas cubanas. Se reconocen varias especies de estos caracoles, cada una caracterizada por unos colores en la concha que, sin embargo, tienen una gran variación intraespecífica. Obviamente sólo aparecen en las zonas de la pluvisilva con algún tipo de sustrato calizo, para poder componer la concha. Eran relativamente difíciles de encontrar, pero nada como un guía experto para localizarlas en sus escondites.
Algunos ejemplos de las conchas de fantasía de las polimitas, las reinas de la pluvisilva cubana
La belleza de estos caracoles, por desgracia, también les ha convertido en foco del tráfico ilegal de especies. Es muy fácil que en Baracoa te ofrezcan collares y objetos decorativos hechos con polimitas, y en el parque se cuidan mucho de informar al turista de que no las adquiera.
Póster informativo contra el tráfico ilegal de polimitas y exhibición de algunos especímenes en el Museo de Ciencias Naturales de La Habana
Esto es más o menos lo que una rápida visita al parque dio de sí, pero desde el punto de vista naturalista, dejar atrás Baracoa y viajar por carretera hasta Santiago me supuso un descubrimiento inesperado. Entre Cabo Bajo y Guantánamo, cerca de la costa, se encuentra un área en la sombra de las lluvias que permiten las pluvisilvas del norte. Se trata de un área muy seca, que origina un paisaje muy original, posiblemente único en toda la isla y que no me esperaba encontrar por no haber leído sobre ello en ninguno de los libros que consulté antes del viaje. Por desgracia apenas hubo tiempo de hacer unas paradas rápidas, pero creo que se trata de una región muy singular de la isla y de especial disfrute para viajeros botánicos. Dejo aquí algunas fotos por si alguien puede ayudar con las identificaciones.
Esto es lo que han dado de sí los recuerdos naturalistas del viaje de 2007 a esta isla única, pero antes de terminar quiero poner como cierre unas imágenes de una flor que me dará pie para la siguiente entrada. Espero vuestros comentarios (lo que os sugiere o lo que veis de especial en ella) y en unos días le sacaremos algo más de jugo.
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La naturaleza de Cuba contada para europeos
1. Introducción. La costa
2. Viñales. Península de Zapata
3. Pluvisilva montana de Baracoa
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